La canasta básica se reduce y llega tarde en Cienfuegos
El gobierno provincial asegura que hay alimentos suficientes para distribuir, pero los comercios dan fe de lo contrario.
Por Julio César Contreras (14ymedio)
HAVANA TIMES – Las moscas que sobrevuelan el mostrador de una bodega situada en la Calle Gloria son testigos de que la canasta familiar normada no ha llegado todavía. Transcurre el mes de septiembre y, aunque las autoridades de comercio interior en la provincia aseguran que existen productos para realizar la distribución, en las tiendas de víveres se da fe de lo contrario.
Alfredo, un jubilado de 67 años, pregunta si no ha venido nada, sabiendo de antemano la respuesta que le dará la administradora de la tienda. «Yo no sé qué piensan esta gente. No les ha bastado con quitarnos productos, sino que los reparten cuando les da la gana. Lógicamente, ningún jefe necesita la libreta de abastecimiento para sobrevivir», afirma el hombre. Pero su realidad es muy diferente, pues únicamente recibe una pensión de 1.800 pesos.
Sobra el espacio de la bodega para almacenar lo que se ha anunciado: siete libras de arroz, dos libras de azúcar, diez onzas de chícharo, cuatro cajetillas de cigarros y un tabaco por persona, que nadie asegura que se mantengan en los meses siguientes. «Y a los de abajo que nos trague el hambre. Cuando vea las dos latas de sardinas que nos han prometido a las personas mayores de 65 años, lo creo», agrega Alfredo.
«La canasta básica apenas alcanza para una semana. ¿Y después, qué?»
El jubilado se refiere al nuevo lote gratuito que el Gobierno ha prometido a la población vulnerable –mayores, embarazadas y personas con bajo peso– que, además de sardinas, lleva arroz y chícharos. «Se ríen en nuestras caras, porque la mayoría del pueblo está en situación de vulnerabilidad. La canasta básica apenas alcanza para una semana. ¿Y después, qué?», se queja. En su opinión, esos productos gratuitos sirven para que distribuidores, almaceneros y demás encargados del reparto se conviertan automáticamente en revendedores, haciendo dinero gracias a la miseria existente.
Los estantes vacíos de la bodega confirman que la gloria solo se conserva en el nombre de la calle, pues el establecimiento está prácticamente en ruinas. «La estantería tiene comején, los techos se filtran cuando llueve, pero a nadie parece importarle esta decadencia que se extiende por todas partes», lamenta Xiomara, quien recibe la noticia de que el yogur para su hijo llegará después de las 2:00 de la tarde.
«El otro problema grave es que no hay ninguna garantía en cuanto a la calidad y la estabilidad de los productos. Está pendiente de recibirse la sal de julio, agosto y septiembre. Cualquier día nos dicen que no la quitarán también, como hicieron con el aceite, los huevos y el café. La dirigencia de este país le falta constantemente el respeto al pueblo, diciendo que vivimos en un país socialista. Y lo peor es que nos machucan con carencias de todo tipo y nosotros seguimos haciéndole el juego calladitos», añade la cienfueguera.
Sobre el mostrador de la bodega, en un cartón empercudido, se expone el código QR, único signo de la bancarización que hay en el establecimiento. «No pueden prestar servicio de caja chica porque, como no hay productos para vender, no tienen dinero en efectivo. Hasta hace poco, incluso, había dificultades con el sistema automatizado y no admitían el pago por transferencia», advierte Xiomara.
«No tardará el día en que la libreta de abastecimiento se esfume, luego de ir perdiendo sus hojas de manera progresiva. Realmente no la extrañaremos demasiado, porque en la práctica ya no están sus beneficios», asegura Alfredo, expresando un temor cada vez más común en Cuba.