¿Dónde están los derechos sexuales y reproductivos en Cuba?

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El desabastecimiento sistemático de preservativos masculinos —y otros métodos anticonceptivos— no es una sorpresa.

Por El Toque

HAVANA TIMES – La vida sexual de Fernando, un cubano de 21 años, ha variado en los últimos cinco años. La ausencia de métodos anticonceptivos no es algo nuevo en la historia reciente cubana, pero Fernando recuerda que antes de la pandemia de la COVID-19 “aún había condones en las farmacias de La Habana”.

Cuando él y su pareja comenzaron en 2018, unas amistades les avisaban de la entrada de condones a las farmacias:

“Comenzamos comprando las cajas de 30 paquetes y siempre teníamos, pero después fue más complicado. Empezaron a desaparecer, los teníamos que comprar a sobreprecio cuando aparecían”.

La única solución que encontraron fue adquirir condones en el mercado informal a precios elevados. Los vendedores justifican el costo con el origen de los condones: “son de afuera”.

Primero pagaron 20 pesos cubanos por cada condón y 80 por la tira de tres, hasta que casi desaparecieron. Luego el costo subió a 100 o más.

Fernando ha tenido que comprarlos con texturas y sabores, aunque no lo deseara. Son los que aparecen. Ahora describe su vida sexual como “menos activa” e incluso formula teorías conspirativas relacionadas al Gobierno: “Quizá sea un plan de ellos porque la población está envejeciendo, todo el mundo se va y nadie pare”.

“Sexo seguro”, un problema recurrente

En un contexto como el cubano, en el que la escasez es una variable constante, el desabastecimiento sistémico de preservativos masculinos —así como de otros métodos anticonceptivos— no es una sorpresa. La falta de profilácticos, que acumula reportes de poco más de una década, contrasta con la recurrente aparición en medios y plataformas estatales de campañas de prevención de infecciones de transmisión sexual. “Sexo seguro”, pero ¿cómo?

En 2021 el precio en el mercado informal de cada condón oscilaba entre los 15 y los 60 pesos. Muchos eran traídos del extranjero o “desviados” de donaciones de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) o el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). El valor fue in crescendo a medida que se prolongó su ausencia en los estantes, tanto de farmacias como de clínicas internacionales. Los disponibles —de acuerdo con el jefe del Programa Nacional de Prevención y Control del VIH, Manuel Romero Placeres— eran entregados de forma directa y gratuita a grupos vulnerables o de mayor riesgo.

Un año antes, llegaba a la isla una donación de más de 500 mil preservativos masculinos gracias a la propia gestión de la oficina de UNFPA, ubicada en la capital cubana. Sin embargo, el número solo representó el 8 % de los casi 5 o 6 millones de condones que se compraban anualmente en el país. La misma oficina colaboró en marzo de 2023 con la distribución de 1 785 600 condones a todas las áreas de salud.

“Se envían 2 800 paquetes de 144 condones para los municipios más afectados por el huracán Ian en Artemisa y Pinar del Río. Otros 9 600 paquetes llegarán al resto de los municipios del país”, escribió UNFPA en Twitter.

Más allá de los donativos, la mayor parte de los profilácticos que llegan a la red nacional de farmacias son importados por la Empresa de Suministros Médicos (Emsume). Entidad que, desde finales de 2019, ha registrado descensos en la compra de estos productos en el extranjero. Onecys Perdomo, directora comercial de la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (Emcomed), confirmó que durante 2019 solamente se alcanzó un 53 % de la compra programada; lo cual contrastó con la alta demanda.

El oficialismo asegura que las afectaciones en la adquisición de preservativos están directamente relacionadas con el “recrudecimiento del bloqueo norteamericano a la isla”. En diálogo con la publicación Alma Mater Ángel Chacón Padrón, director de Emcomed, explicó que las sanciones han tenido un impacto negativo en la industria biofarmacéutica —incluido el renglón de la salud sexual— con el retiro de socios habituales y la constante búsqueda de nuevos mercados. ¿El resultado? Un marcado retraso de su distribución.

En 2014 el diario Granma publicaba Qué pasa con los condones, sobre el “notable” descenso de profilácticos en la red de farmacias nacionales. Entonces, Rafael Pérez de la Iglesia, coordinador de la línea de condones del Centro Nacional para la Prevención de ITS y VIH/SIDA, explicó al medio que el desabastecimiento se debía, en parte, a que los condones comprados en 2009 a China arribaron a la isla con fecha de vencimiento por tres años en lugar de cinco.

“Al vencerse ese plazo en 2013, enfrentamos la contradicción de tener un producto en buen estado, apto para su utilización, pero con la fecha impresa supuestamente caducada. Así no podían ser distribuidos, por lo que se siguió el camino establecido ante las entidades regulatorias, para comprobar que realmente los condones conservaban su calidad”, indicó el especialista.

Más allá de las retóricas del Gobierno y los organismos de Salud, lo cierto es que desde 1995 la cobertura anticoncepcional no ha rebasado el 77 % de la demanda. Así lo apunta el Anuario Estadístico de Salud de 2020.

Hoy la historia continúa. De acuerdo con una encuesta desarrollada por elTOQUE, en los últimos cinco meses un 44 % de los lectores aseguró no haber usado condones masculinos en sus relaciones sexuales. Asimismo, un 73 % afirmó haber conseguido los profilácticos en el “mercado informal” o “mercado negro”, seguido de un 20 % que accedió a ellos gracias a la ayuda de familiares o amigos que viven en el extranjero. Solo un 2 % dijo haberlos adquiridos en farmacias o mediante promotores o centros de salud.

La encuesta también reveló que el coste por preservativo oscila entre los 50 y 100 pesos cubanos, cuando antes de la Tarea Ordenamiento y la forzosa inflación —si había disponibilidad— podían conseguirse en establecimientos estatales por el valor de 1 peso.

En este escenario, pareciera que el control de la eyaculación o el coitus interruptus volviera a ganar protagonismo entre la población sexualmente activa. Así lo confirmó un 69 % de los lectores, quienes identificaron el método como una alternativa anticonceptiva.

Eyacular fuera —como también se le conoce— no es un método anticonceptivo cien por ciento seguro y no evita la transmisión de infecciones de transmisión sexual. Así lo confirma la historia de Fernando. Con el cierre del país por la pandemia, él y su pareja dejaron de protegerse. Se habituaron al coito interrumpido hasta que la chica quedó embarazada y vio en peligro su carrera artística.

“La pasamos muy mal. Tuvo que hacerse una regulación y fue duro el proceso de recuperación. No quería ni decirlo en su trabajo porque podía perderlo”, recuerda.

Una promesa al aire

La sistemática escasez de profilácticos ha expuesto a las personas a prácticas inseguras. Sin preservativos, la voluntad expresa del país de reducir las ITS y el virus de inmunodeficiencia humana y síndrome de inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA), así como de promover el descenso de embarazos adolescentes, pareciera quedar como “promesa al aire”. Este es uno de los compromisos de Cuba con los Objetivos de Desarrollo del Milenio; el país cuenta con estadísticas preocupantes.

De acuerdo con el Anuario Estadístico de Salud, en 2021 fueron 398 las defunciones por VIH/SIDA en ambos sexos.

A lo largo de 2022, según la Agencia Cubana de Noticias (ACN), hubo un repunte en la transmisión del VIH/SIDA en Santiago de Cuba, con la detección de 307 casos. La tasa de incidencia de ITS en la provincia también experimentó un crecimiento con el diagnóstico de 894 enfermos de sífilis, 91 más que en 2021. Incluso, se hizo mención del incremento de afecciones como herpes genital, secreción uretral, flujo vaginal y dolor abdominal bajo.

Al mismo tiempo, ascendieron las métricas de embarazos no deseados, sobre todo en mujeres menores de 18 años. En 2023, el periódico santiaguero Sierra Maestra reportaba que 827 de las 4 620 embarazadas de la provincia eran menores de edad.

Un año antes, cifras oficiales señalaban que la tasa de fecundidad en la adolescencia en Cuba había llegado a 17.8 %, una cifra “por encima de lo esperado y deseado” y que apenas había variado en la última década. Durante el Pleno Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), se indicó que a lo largo de 2022 se captaron 14 994 embarazadas adolescentes en todo el país. En el encuentro, se reconoció que la inmensa mayoría de las gestaciones eran resultado de la no utilización o uso indebido de los métodos anticonceptivos.

Los números llevaron a las autoridades sanitarias a admitir la existencia de un “serio problema social”. En aquel entonces, la meta del Gobierno era disminuir a menos del 50 % el indicador y asegurar el 80 % de la cobertura de medios anticonceptivos en las consultas médicas. Meta que no se cumplió.

¿Dónde quedaron los derechos sexuales y reproductivos?

A inicios de 2019, en un panel en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex) en La Habana, Arie Hoekman, el entonces representante del UNFPA para México y director de País de Cuba y República Dominicana, alertaba sobre el creciente número de embarazos no deseados en varias regiones del planeta, especialmente por “la limitada gama de métodos anticonceptivos o por falta de información”.

A la vez, Hoekman consideró que Cuba trabajaba para garantizar los derechos sexuales y reproductivos de la ciudadanía.

Un cable de la Agencia Cubana de Noticias sobre ese encuentro manifestó que Cuba tenía “altas tasas de uso de anticoncepción y un acceso legal libre y gratuito a las interrupciones de embarazo”. Precisamente desde 2019 Emcomed, la empresa que importa la mayoría de los profilácticos en Cuba, registró descensos en la compra de condones masculinos en el extranjero.

En 2022, la revista online Cubahora afirmaba que los cubanos y cubanas tienen derecho a tomar decisiones reproductivas “libres y responsables”. Ese mismo año el ministro de Salud Pública José Ángel Portal Miranda avaló la afirmación en declaraciones a la prensa.

Uno de los requisitos esenciales para llevar a la práctica el derecho a tomar decisiones reproductivas libres y responsables es el acceso a métodos de regulación de la fecundidad. Estos pueden dividirse en dos grupos, los de barrera o los hormonales; aunque también se incluyen la esterilización y la abstinencia.

La ausencia de píldoras anticonceptivas es una realidad palpable luego de la pandemia. Aunque su uso no sea tan extendido en Cuba como el del condón masculino, probablemente sea el método de barrera más empleado por los cubanos y cuya presencia en las redes de distribución estatales es casi nula. Existen otros métodos como el preservativo femenino y los dispositivos intrauterinos (DIU), cuyo uso es mucho más limitado.

El texto de Cubahora destacó que el Estado cubano garantiza el aborto a adolescentes con aval de sus tutores legales y a mujeres mayores de 18 años hasta la décima semana de gestación. Cuba es el primer país en América Latina y el Caribe en despenalizar el aborto; pero eso no significa que el procedimiento deba ser usado como anticonceptivo. Se trata de un proceso complejo y riesgoso, en algunos casos, para la vida de la paciente.

Según el ministro, desde la institucionalidad se insiste en prevenir embarazos no deseados y en la utilización del aborto como última opción, “ante el fallo de métodos anticonceptivos”. Pero esos métodos son los que sistemáticamente han escaseado en Cuba en las últimas décadas, afectando la salud reproductiva y sexual de las personas.

Pero para quienes tienen acceso a las “monedas duras” o cuentan con familiares y amigos fuera del país la situación puede variar. El mercado de profilácticos ha migrado desde lo estatal hacia lo privado, por lo que el acceso a condones masculinos y demás métodos anticonceptivos se ha convertido en otro espejo de las brechas sociales que dividen la isla. Entonces, ¿dónde quedaron los derechos sexuales y reproductivos de los cubanos?: en el bolsillo, en el poder de tu bolsillo.

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