Cuba es un país cafetera
HAVANA TIMES – “Explotó” el actor Carlos Massola. Aparte de la falta de comida, el hambre pura y dura de la nación, quiso ir “a lo más profundo”: “Es el abuso del sistema contra los presos políticos y las familias”. “Es Cuba la que está jodida y a la que hay que ayudar”. “Es muy triste. Y hay que ayudar para que esta situación tan horrible termine alguna vez”.
El popular intérprete de tantos dramatizados nacionales dejó claro en entrevista con Cubanet: “Estoy diciendo la verdad en las caras aquí a la gente. Sin miedo. (…) Sé lo que me puede costar, pero no tengo ningún miedo”. En torno a su deseo de abandonar la isla, fue enfático: “No me queda nada que hacer aquí”. Y terminó el diálogo a golpe de consigna: “Abajo la dictadura. Abajo el comunismo”.
***
“Explotó” el fotógrafo Gabriel Guerra Bianchini: “Lo que pasó el 11 de julio para mí fue un antes y un después. Yo quisiera estar en Cuba, con mi estudio (…) y salir por la tarde a mi malecón, (…) mi ritual de casi todas las tardes. La cuestión es que es injusto el punto [al] que llegaron las cosas, inhumano. No existe cabeza ni corazón que sea bueno que pueda justificar un mínimo de lo que está pasando allá. No existe”.
El artista gráfico, desde su recién inaugurado estudio en Madrid, afirmó a Diario de Cuba: “Hay un punto [en el que] las cosas son demasiado claras. (…) ¿Quién quiere vivir justificando exactamente palabra por palabra qué es lo que te inspira y por qué esta obra dice tal cosa? ¿Quién puede vivir en medio de una guerra? Hubo alguien que una vez me dijo que por desgracia llevamos tanto tiempo viviendo en pugilato que nos defendemos hasta de los besos. Y esa era la parte [en la que] yo no quería seguir viviendo. Yo no quiero seguir viviendo en un lugar donde hay que defenderse de los besos”.
***
“Explotó” la voleibolista Regla Torres: “Por mucho tiempo he visto cómo agoniza el vóley femenino desde adentro. Equivocaciones, malas decisiones, capricho, orgullo, mediocridades, incapacidad, falta de compromiso, la falta de disciplina que conlleva a malos resultados, la infladera, la mentira, los satélites, los especialistas que llegaron a acabar con la escuela cubana de voleibol, los estudiosos, los tirapiedras, ME TIENEN CABR@NA HACE RATO, y uno ahí mirando toda la mierda correr a cántaros, con el alma rota, viendo día a día cómo personas que no tuvieron nada que ver con nuestra historia, que es muy grande, más grande que nosotras mismas, la arrollan, le pasan por arriba a lo que un día fue, sin misericordia”.
La tricampeona olímpica y seleccionada por la Federación Internacional de Voleibol (FIVB) como mejor jugadora del siglo XX advirtió: “Me queda mucho por decir, pero por ahora basta. Ando a caballo y con el hacha en la mano, no machete. ESTOY MUY CABR@NA Y AVERGONZADA, y si alguien se atreve a llamarme para llamarme la atención más le vale tener buenos argumentos para convencerme de lo contrario. La segunda vez que hable de esto será sin misericordia”.
***
“Explotan” cada vez más los cubanos de a pie, sin títulos ni nombradías, como la veterana guantanamera Josefa León Pozo, quien habita en una casa que es más escombros que vivienda junto a su enferma madre de 84 años, y está cansada de esperar por alguna solución del Estado que dice no dejar desamparado a nadie.
“He dado las quejas allá [en] La Habana, y La Habana mandó decir que resuelvan esta situación; pero hasta ahora no se resuelve nada. Desde 2014 estoy luchando con esta casa y nada, nada, se ha podido lograr ni siquiera una bolsa de cemento ni un zinc”.
“He ido unas cuantas veces al Gobierno provincial y al Gobierno municipal y la situación sigue igual: no hay, no hay, no hay; esas son las palabras que me dicen, nada más. (…) Yo no sé lo que voy a hacer. Porque estamos aquí, esperando, esperando y esperando, pero la situación sigue pésima”, se dolió la mujer.
***
Entrevistado por el periódico Escambray, Ricardo Pérez Pérez, director de la Torrefactora de café de Cabaiguán (Sancti Spíritus), afirmó que la provincia está “en un momento muy positivo”, pues estaba distribuido el café de la canasta básica normada de octubre (un paquetico de 115 gramos para cada persona mayor de siete años) y agregó: “vamos a disfrutar del café noviembre y diciembre”.
En envases de polietileno sin litografiar, es decir, un nailon transparente sin la menor identificación y sellado con deficiencias, la población espirituana podrá recibir el “Hola”, que “está saliendo con su óptima calidad” y mantiene su fórmula de “cincuenta por ciento de chícharo y cincuenta por ciento café”, refrendó el director, quien dijo liderar un colectivo “bastante aguerrido”.
Entre tantas perlas, la joya de la entrevista llegó, sin embargo, cuando el directivo se refirió a ciertos exámenes, seguramente únicos en el mundo: “Nosotros en el laboratorio tenemos cafeteras criollas. (…) A cada lote de café se le hace varias pruebas de explosión”; “y no presenta ningún tipo de dificultad”.
***
Pero hay un pequeño detalle. El “Hola” no es que tenga alguna dificultad, él es en sí mismo la dificultad, brebaje infame que podría llamarse lo mismo café que chícharo, pues es en teoría mitad y mitad —contando con que sus hacedores no desvíen parte del café que lo integra—.
El “Hola”, que llega no solo mal molido, mal envasado, retrasado y con largas filas, sino que explota y mutila a personas, casi siempre mujeres, casi siempre humildes, machacadas por tantos problemas y encima arriesgándose a poner al fogón una cosa turbia y amarga cuando el combustible o la electricidad se lo permite, para suponer que la familia toma café.
Se me ocurre que eso, a lo que el Gobierno llama café, es una metáfora bastante precisa de la ruina total cubana; o que, en sentido inverso, el desastre político social se pudiera encapsular bastante bien en el asunto “café”. Solo que las pruebas de explosión que está haciendo el Bloque Partidista, quizá con laboratoristas incapaces del Comité Central o de la intelectualidad aún militante, ya no resultan fiables. Dicen que el país “no explota”, pero las muchas explosiones, todavía aisladas y controladas (represión mediante), desmienten el diagnóstico, van en ascenso.
Quizá no esté tan lejano el momento en el que la cafetera nacional se niegue a seguir colando porquería con nombre de socialismo y, definitivamente, estalle. Vivir para ver.