El pensamiento crítico en Cuba y sus circunstancias
(Comentarios a un artículo de Alfredo Prieto) Por Haroldo Dilla Alfonso He leído con mucho agrado el artículo de Alfredo
(Comentarios a un artículo de Alfredo Prieto) Por Haroldo Dilla Alfonso He leído con mucho agrado el artículo de Alfredo
La viceministra de Educación Superior de Cuba, Martha del Carmen Mesa Valenciano, es de esas personas a quien el mundo pudiera agradecerle el silencio anónimo. Pero no tuvimos esa suerte.
Tal y como siempre ocurren las cosas en la política postrevolucionaria cubana –sin sobresaltos y con finales predecibles- el referendo del 24 de febrero aprobó una nueva constitución. No tuvo el glamor de sus precedentes. No fue anunciada como el inicio de una nueva época sino simplemente como una puesta al día legal respecto a los cambios ocurridos y reconocidos como legítimos por la élite.
El próximo 24 de febrero, la población cubana estará expectante por los resultados de la votación. Quiero decir, de la votación de cada jurado en el Dolby para seleccionar los ganadores cinematográficos del año. Luego, a través del Granma, conocerán del resultado del referendo constitucional que tuvo lugar ese día en Cuba.
Desde los 90, cuando Cuba parecía hundirse en un terrible caos económico, se ha escrito, al menos, una decena de libros de crónicas –libros de viajeros que descubren algo y lo describen sutilmente- sobre el final de lo que llaman la Revolución Cubana.
La advertencia de que los niños no deben jugar con artefactos peligrosos hay que decírsela al oído al presidente Díaz Canel respecto al uso del twitter. A cada rato se equivoca, como cuando en medio de una crisis de abastecimiento de pan escribió, pletórico de vocación bíblica, que “no solo de pan vive el hombre”. Ahora lo leímos afirmando que “no faltan los mal nacidos por error en Cuba, que pueden ser peores que el enemigo que la ataca”.
Los cubanos, alguien dijo, o no llegan o se pasan. Y hacen una y otra cosa con una prepotencia que ilustra nuestra aspiración histórica a porteños antillanos. Es lo que sucede ahora con el movimiento de protestas contra el Decreto 349, que ha protagonizado un grupo de artistas disidentes -en el mejor sentido del término- de las políticas culturales represivas que dicho decreto promueve.
Cuba Posible ha convocado a una serie de intelectuales –en el sentido más amplio- a opinar sobre el cambio constitucional. Lo ha hecho bajo el sugerente título de “agendas mínimas para un debate amplio” y con la invitación a explicar brevemente y con amenidad los siete temas que considere más importantes en el debate de la nueva constitución.
Es un recuento incompleto, pero basta para percibir el filón positivo y entender la disposición de muchos cubanos –dentro y fuera de la isla- para transmitir opiniones y recomendaciones a la comisión encargada de la redacción final. Eso que mal se llama debate público.
La reciente comunicación del Centro Internacional de Prensa al periodista Fernando Ravsberg de que se había agotado su status de corresponsal extranjero y de que debería iniciar tramites de radicación como residente a tenor de su matrimonio con una cubana, ha causado una tormenta en el mundillo intelectual que gira en torno al blog de Silvio Rodríguez.