Del regaño a la corrección
Un aburrido programa de la televisión cubana, emitido justo antes de la telenovela, para que todo el mundo lo viera, se hacia cargo cada semana de regañarnos por tener luces encendidas.
Un aburrido programa de la televisión cubana, emitido justo antes de la telenovela, para que todo el mundo lo viera, se hacia cargo cada semana de regañarnos por tener luces encendidas.
De niña me gustaba pasear por La Habana vieja, caminar entre sus portales y columnas, admirar sus vitrales y techos coloniales.
Hace unos días recibí una visita de una amiga que se encontraba trabajando en Italia. Como sabe que adoro el queso parmesano me traía de regalo un pomito de queso rallado.
Temprano en la mañana del día lunes pasado me dirigí al teatro Carlos Marx, cede de este prestigioso evento. Cuando llegué aquello era “La guerra de Troya”. La gente se agolpaba en filas de a 8 personas, todas empujando y gritando.
No propongo poner en manos extranjeras aquellas actividades que comprometan la soberanía del país pero pienso que no se debe limitar la esperanza del pueblo al cuentapropismo barato.
Qué contenta me puse cuando meses atrás leí en el periódico oficial de la nación que a cada ómnibus urbano, de las nuevas rutas P, le asignarían un GPS. ¡Llegó la tecnología al país!- exclamé.
Hace unos cuantos días el estado cubano tuvo a bien prohibir a los pequeños agricultores particulares seguir vendiendo la cebolla a 15 pesos la libra.