Autor: Ariel Glaria

Sueño de poeta  

Cecilia y yo vivimos juntos un tiempo. Tenía intereses distintos a los míos, pero apoyaba mi sueño de convertirme en poeta. Su apoyo se revirtió en una vida fácil para mí; No hacía nada, tampoco escribía cosa alguna. La mayor parte de mi tiempo lo pasaba entre la lectura y el amor.

El coronel no tiene quien lo visite

Aquel fue el último día que trabajé en casa del coronel. Después de almorzar pasé un rato con él en el balcón. Hasta donde me alcanzaba la vista solo veía edificios. Era la una de la tarde.“ Desde que me retiré nadie me visita. El reparto se ha vuelto un asco y me siento como si viviera en una selva,” comenzó diciendo.

El árbol del general

Julio, uno de mis más viejos amigos, es vecino de un general. Al otro lado de su casa, en terreno del general, hay una mata de mangos, que está completamente inclinada hacia la casa de mi amigo, por lo tanto, los mangos caen en su patio.

Érase una vez un escritor 

Había una vez un escritor cubano llamado K, a quien, cierto día, una mujer dijo que tenía talento y lo admiraba. Fue nefasto. Comenzó a escribir mal, publicar peor y nadie lo leía. Vivía en La Habana, sumido en la miseria de un solar y jugando a la bolita tres veces por día: cinco pesos en la mañana, ocho en la noche.

Misterios de la Guerra Fría

En la década del 70, cuando el mundo aún se asombraba de todo, misterios como el Triángulo de las Bermudas recreaban la atmósfera de incertidumbre generada por la Guerra Fría que entonces, con el arribo del hombre a la luna y el fin de la guerra en Vietnam, llegó a su tercera temporada.

Abajo las armas

La Florida, La Habana, el mundo entero siente la conmoción de otra masacre. Una vez más victimario y víctimas son jóvenes. Otra vez el mundo se siente viejo y enfermo.

Cinco días en un balcón

La vi por primera vez conversando con el primo, en el balcón frente al mío, un lunes por la tarde. Luego la seguí viendo sola en el balcón, durante todas las tardes de aquella semana.