Por fin, ¿tomamos en serio la actualización?

Haroldo Dilla Alfonso*

Vendedores ambulantes en La Habana. Foto: Juan Suarez

HAVANA TIMES — Siempre me quedan dudas de hasta donde los dirigentes cubanos saben de que están hablando y desde donde comienzan a hablar tonterías. Y para bien del país, quiero decir para bien de la gente que día a día tiene que hacer su vida en la Isla, a veces quisiera que esos dirigentes fueran mentirosos compulsivos en aras de una agenda oculta, pero que saben de que hablan.

Porque de lo contrario, si estas criaturas creen realmente lo que dicen, entonces no me quedan dudas de que la suerte de mis compatriotas “insiliados” no es nada envidiable.

Hace algunas semanas el gobierno decidió autorizar las cooperativas urbanas de servicios. Un tema interesante que ha encendido los ánimos de algunos izquierdistas críticos del patio, quienes no acaban de entender que las cooperativas no son per se de izquierdas o de derechas, sino solo espacios de gestión cuya orientación depende de cómo se relacionan con el resto de la sociedad.

Cuestión esta última que los diseños cubanos empujan estrictamente hacia una relación de mercado, y por tanto a la derecha, pues el sistema de dominación no resiste relaciones horizontales más allá de la compraventa. Y con la gobernabilidad autoritaria no se juega.

No obstante, en cualquier circunstancia el paso es positivo, porque ayuda a desestatizar la sociedad, permite a la gente mejorar sus existencias y hace más fácil y eficiente la vida cotidiana, entre otros factores.

Foto: Juan Suarez

El problema radica en que a pesar de que los dirigentes cubanos no tienen otra opción que hacer esto, y otras cosas que no hacen por miedo a sus propias debilidades, no cesan ni un momento en blasfemar contra lo que son reales avances, minimizarlos, y finalmente situarse en ese umbral que comparten el disparate y la alevosía. Y de paso, desorientan a toda la sociedad, o al menos a la parte de ella que aún le escucha.

Ahora tocó el turno a una señora llamada Grisel Tristá Arbesú, y que funge como jefa del Grupo de Perfeccionamiento Empresarial de la Comisión Permanente para la Implementación y Desarrollo, un título largo que, de ser cierto, implica responsabilidades y habilidades.

Según la Sra. Tristá, se habían creado 124 cooperativas, la mayoría entidades previamente existentes como unidades estatales. “Con esta medida —dijo— estamos apostando a gestionar, de forma cooperativa, actividades que estatalmente no han sido eficientes. Ello, además, le permite al Estado irse desprendiendo de asuntos que no son trascendentales en el desarrollo de la economía”.

Es decir que para esta funcionaria las cooperativas —e imagino que todo el sector privado de pequeña escala— sirve para hacer el trabajo sucio a la gestión estatal, ocupándose de “lo ineficiente”, que ya el Estado no quiere y que además no es importante.

Descanso. Foto: Juan Suarez

Una visión muy particular, no solamente de las cooperativas y el sector privado, sino también de lo que es importante. Porque si la memoria no me traiciona la estrategia gubernamental para resolver el grave déficit alimenticio del país es traspasar a privados y cooperativas la producción de alimentos.

Pero la propia inauguración de las cooperativas urbanas tiene lugar precisamente en el manejo de los mercados agropecuarios. De manera que para esta funcionaria producir comida y administrar el acceso de la población a ella es un tema secundario, diríase que no estratégico.

Pero al final, y de manera aún más sorprendente, aclaraba que “ellas están llamadas a ocupar un lugar importante en la economía del país” pero no porque se trate de un proceso de privatización.

“Las cooperativas —aclaró emulando las encuestas que hacía Opinión del Pueblo— no son resultado de un proceso de privatización, sino que administrarán la propiedad estatal que es, en definitiva, de todo el pueblo”.

En fin, aquí les dejo el asunto. ¿Lo tomamos en serio?
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(*) Publicado originalmente en Cubaencuentro.com.

 

5 thoughts on “Por fin, ¿tomamos en serio la actualización?

  • Dice el autor:

    “Cuestión esta última que los diseños cubanos empujan estrictamente hacia una relación de mercado, y por tanto a la derecha, pues el sistema de dominación no resiste relaciones horizontales más allá de la compraventa.”

    Quisiera preguntarle: ¿está Cuba preparada para otro tipo de relaciones, más allá de las mercantiles, entre productores? Y ¿el mundo?

    O ¿seguimos en la utopía?

  • Yo creo que la única forma de tomar en serio o no esta cuestión es: RESULTADOS.

    Por otra parte, Haroldo, debe UD estar más que convencido de que el capitalismo les viene encima, y con hincapié en la parte mala, porque, de otra forma, los viejitos no podrían seguir manteniéndose en el trono; de la parte buena solo verán todo lo que contribuya a lo antes mencionado, es decir, bien poco.

  • En lo de “resultados,” coincido contigo. No hay otra manera. Sólo me gustaría apuntar que el proceso de reajuste laboral que dejaría a cientos de miles en la calle se ha ralentizado. Y dentro de todo el desbarajuste cubano, ésa es una señal de que la “parte mala” al menos demorará un poco más de lo esperado. Pero sucede que la buena tampoco acaba de aflorar…

  • Isidro, la “parte mala” ya está en Cuba hace rato.

    HACE RATO que el problema de Cuba no es tener o no tener empleo. el problma de Cuba, la parte mala es que no te pagan. Da igual si tienes o no tienes trabajo, da igual si te llaman obrero o desempleado. La diferencia entre tener y no tener trabajo te deja en las mismas. Sin recursos para sostener a tu familia.

  • Relacionado con el tema del artículo, me daba mucha gracia el otro día cuando Marino Murillo hablaba de “liberar las fuerzas productivas”. Pensé por un momento que iba a sacar de un bolsillo “El Manifiesto Comunista” para decirnos que desde ese momento Cuba se declaraba capitalista, pues la frasecita brota del documento marxista y hace referencia al avance que representa el capitalismo versus formas o modos de producción anteriores. Pero no se atrevió Murillo a tanto, sino que esencialmente se limitó a incitar a los burócratas y bien posicionados dirigentes de las empresas a que hagan lo que no tienen absolutamente ninguna razón para hacer mientras no les den riendas sueltas y privadas, algo que deben estar esperando frotándose los dedos, por lo que todo el discurso se puede resumir como un experimento en ineficiencia verbal. En fin, que a veces yo también tengo la sensación de que no saben de qué están hablando, y es que en la economía pachanguera que han terminado por crear debe ser dificilísimo diferenciar entre el mambo y el cha cha chá.

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