Amores perros de La Habana

Carlos Fraguela

Ventana de uno de los apartamentos.
Ventana de uno de los apartamentos.

HAVANA TIMES — Vivo en un pasillo como tantos de la Ciudad de la Habana, nueve apartamentos, cada uno con sus historias entrelazadas de amores perros entre gente relativamente simple. Todo se complica por el factor económico.

No entiendo por qué la gente ve telenovelas, si estamos rodeados siempre de lo mismo. Yo me aburro con las historias insolubles que se alimentan de la bajeza de la naturaleza humana, igual ocurre en nuestro país subdesarrollado. Casi siempre lo que mueve la trama es lo peor del hombre.

Alguien me sugirió que escribiera sobre los temas inverosímiles de mi pasillo y aquí va:

Hablaré primero del apartamento cinco: lo habita una mujer de 71 años, retirada por supuesto, sin embargo no ha dejado de trabajar nunca, ha hecho de todo, cuando era muy joven incluso cortó caña de azúcar en las provincias orientales de Cuba.

Se trasladó a La Habana buscando mejoría económica siendo una veinte añera, siempre tuvo cierta solvencia trabajando en fábricas, cafeterías y también en un central azucarero de las afueras de la ciudad.

Tiene un hijo alcohólico que no vive con ella hace tiempo, pues construyó su propia casa en el reparto Aldabó. El rara vez viene a ver a su madre, incluso ella misma siempre protesta por la poca atención que recibe de su hijo.

Esta mujer sufrió un accidente al caer de una altura de más de 2 metros por estar tendiendo la ropa que había lavado, perdió el equilibrio, algo normal a su edad.

Llegó al hospital sin conocimiento En el hospital conoció a un hombre que se ofreció para cuidarla, pues estuvo casi un mes ingresada por tal motivo. Yo reconozco que de no haber sido por ese hombre ella no habría tenido apoyo alguno de su hijo.

La historia terminó en boda cuando ella salió del hospital, y tuvieron casi un año de casi armonía. Se me había olvidado decirles que el tipo es loco de remate, además de que recibe dinero de unos parientes que tiene en Estados Unidos.

apartamentoGracias a esa ayuda pudo vivir alquilado hasta que conoció a mi vecina, pues según ella misma me contó su esposa anterior y sus hijos no lo quieren por sus problemas mentales.

También olvide decirles que esta mujer es espiritista y hace ceremonias religiosas que son también de las cosas que le permiten subsistir.

Con el tiempo el hombre fue imponiendo sus leyes en la casa de mi vecina a tal punto que ella comenzó a pensar en divorciarse y él a reclamar su derecho a la casa por haberla reparado con su dinero.

Más de tres años de juicios interminables, litigio y escándalos. Ella le cerraba la puerta y no lo dejaba pasar a descansar cuando llegaba de sus guardias de madrugadas en dos escuelas, pues él a pesar de tener 80 años y recibir remesa no ha dejado tampoco de trabajar.

Todos los vecinos se pusieron en contra del viejo para defender a la mujer que casi se volvió loca por esos tiempos y bajó mucho de peso.

Hubo amenazas para todos en esa guerra y hasta me dijeron que el viejo le ofreció dinero a gente para que le cayeran a palos a uno de los vecinos.

El viejo loco al fin, pero digno de lastima fingía frente a la puerta de la casa que hablaba por su celular para intimidarla, diciendo que estaba vigilando a la susodicha mujer maltratadora que lo expulsó después de que el tanto hizo por ella. Ella se ponía muy nerviosa escondida en su casa, oyéndolo hablar por el teléfono terrible.

Gracias a la dependencia económica él logró que mi vecina lo perdonara y lo volviera a dejar entrar.

Ahora la del problema en el pasillo es ella, porque la gente puso su pellejo en peligro para apoyarla y ahora es la que tiene que fajarse con todos para defender al anciano chocante y desajustado que como tiene mucho dinero se creer que tiene al diablo cogido por la bolsa y pregona que van a saber quién es él.

Este es el primer caso, qué mejor novela que la realidad. Aquí nada es fábula y la guerra continúa.

6 thoughts on “Amores perros de La Habana

  • Seguro que podias escribir sobre vida y milagro de tu vecina ????????? le pedistes permiso para hacerlo, puede ser que ella no lo sabra nunca por la falta de internet pero si un vecino se pone hablar de mi bueno o mal que sea en internet la causa por difamacion no se la quita nadie de arriba

  • Carlos, no me parece en este caso muy bien convertir el drama de vida de alguien en una novela si se mezclara quizás la vida de varios para ilustrar algún punto sobre la vida en Cuba entonces creo que seria valido pero este tipo de post no creo que sea interesante, al menos no para mi. Toma mi comentario como una critica constructiva. Creo que puedes hacer algo mejor que esto.
    Por ejemplo Isbel acaba de contarnos algo bien personal para el y su compañero, pero en el caso de el tiene mucho merito por que no es un chisme de barrio sino que demuestra los abusos de poder de un individuo. Esto es algo que quizás todos de alguna forma hemos confrontado.

  • El alma de cederista que llevamos dentro.

  • No hay difamación en lo que he escrito, es solo la verdad. La intención es revelar situaciones que se dan en la ciudad. Es cierto que nadie en el pasillo tiene Internet, pero además nadie tiene como saber donde vivo en la ciudad y no revelo los nombres de mis vecinos. Otra intención es criticar ciertas actitudes sin identificar a los protagonistas, quienes me conocen no revelaran mi domicilio y así no estarán en riesgo mis vecinos.

  • Yo creo que cualquier cubano con un poco de conocimiento de redacción y buena ortografía podría escribir un libro a la altura de, por ejemplo, la descripcion del pueblo de Macondo creado por García Marquez en Cien Años de Soledad, pero en este caso no solo un pueblo, sino la isla de Cuba completa. Pongo un par de ejemplos solo de mi pueblo que es un pueblucho de la antigua Provincia de La Habana, hoy dividida por el Regimen en Mayabeque y Artemisa, creo? Bueno pues en mi pueblo hay un señor que desde niño, caminaba de madrugara millas y millas para ir a robarse y traerlo a su colección de objetos del patio de su casa, en la mayoría de los casos piezas pesadísimas de hierro, piedras, bañaderas de las antiguas que en muchas fincas se usan hace muchos años para dar de bever agua a las bestias en los corrales, cabillas, troncos, llantas y sigueñales de viejos automóviles, arados, tazas de inodoro, entre otros objetos. Otro ejemplo, uN viejito que vendía numeros de la lotería ilegal a la que la gente llama La Bolita por las calles del pueblo los chiquillos le gritaban un nombrete con el que el señor se enfurecia pero el día que no le gritaban los muchachos, se molestaba también preguntando ¿por qué será que hoy no me gritan? había (o hay) una señora “muy respetable” a la que se refería todo el pueblo con el mote de “Un grito en la Noche” porque de joven se fue al paradero del tren y en cierto rinón oscurito del mismo y en medio de la noche pegó un gran grito en el momento en que perdió la virginidad, con el que la bautizaron para toda la vida. Otro ejemplo un pobre hombre al que todos conocían por garbanzo por la forma de su cabeza, habit otro que le llamaban Veneno quien sabe por qué razón, otros con motes peculiares como la familia Bijirita, la familia Marrola aunque el apellido era Alvarez, un señor que se dedicaba a llevarle a los parroquianos que tenían una puerca, al berraco y respondía por el nombrete de Ballusero, haciendo referencia al dueño de un protíbulo que en la Cuba de los años 50s del siglo pasado llamaban a estos lugares o negocios Ballú o Bayú, de la ortografía del vocablo no estoy seguro. Hay muchas historias de casos imberosímiles de sucesos tan ireales como sacados de un libro de fantasias.

  • Bueno, no hay que acusar a Carlos. Hoy suenan un tanto inusuales estas historias publicadas por un medio informativo de o sobre Cuba, y HT lo es, pero recuerdo como si fuera hoy que un grupo de los mejores reporteros de la revista Bohemia estuvo publicando historias de este corte, e incluso mucho más tenebrosas y tremebundas, en una de sus más leídas secciones. Si mal no recuerdo se titulaba “Dentro del suceso”, y estuvo apareciendo a hasta 1960 ó 61. Luego la crónica roja feneció cuando todos los medios se unificaron bajo control del Estado.

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