Una pequeña batalla de ideas contra la violencia (I)

Dmitri Prieto

Marcha en La Habana contra la violencia.  Foto: Irina Echarry
Marcha en La Habana contra la violencia. Foto: Irina Echarry

La violencia es una realidad presente en casi todos los espacios sociales: la familia, las relaciones de género, la infancia y la educación, el deporte, las guerras, la política estatal e internacional, la ecología… Más simple pero más difícil sería precisar dónde no hay violencia. Lamentablemente, Cuba no es una excepción de esta lógica.

Para luchar contra la violencia hay que desarrollar coraje, perseverancia, decisión y espíritu de humildad. Existen muchas teorías y prácticas relacionadas con la no-violencia, que proponen pautas de acción y de convivencia social.

Como recientemente escribió una amiga en HT: “El tema de la violencia es muy complejo… Necesitamos un recorrido por el interior del alma para luego salir a recorrer las calles.” [poner link a trabajo de Irina]

El viernes pasado algo muy insólito ocurrió en Ciudad de La Habana: aparentemente sin ninguna convocatoria “oficial” o “de la oposición”, unas 200 personas nos reunimos en una esquina del céntrico barrio El Vedado, para peregrinar juntos unas cuadras en contra de la violencia. Caminamos por la Avenida 23, y después volvimos al punto de partida, en la esquina de 23 y G.

Hoy considero un privilegio haber estado allí. Pero no es la primera vez que ocurre en La Habana un evento dedicado a la no-violencia: hace poco más de un mes, unas 50 personas nos congregamos en la Casa de Cultura del Vedado para conversar sobre ese tema y disfrutar del arte que cuestiona la violencia; en aquel entonces, el proyecto Ahimsa y la red Observatorio Crítico organizaron y promovieron la acción. Me alegró mucho que numerosas personas que en aquella ocasión estuvieron con nosotros también asistieran a la caminata del pasado viernes.

Pues a las 5 de la tarde del viernes, en la esquina de G y 23 se fueron congregando unas 200 personas. No estaba claro quién organizaba el “performance”; aparentemente, no se usaron medios de divulgación oficiales ni alternativos, la noticia fue corriendo “boca a oreja”.

Yo me involucré porque así lo quise. Al igual que el resto, tenia opción: estar o no estar, ir o no ir. Opción ausente en muchas de las acciones públicas que conocemos. De todos modos, 23 y G es un lugar muy transitado, sobre todo por jóvenes, así que no había nada especial en que uno estuviese allí. Creo que la mayoría de los que fueron compartían ese pensamiento. Quizás iban por interés, o por curiosidad, pero seguramente estaban claros que hacía falta cierta valentía, decisión y compromiso para estar allí, ya que algo fuera de lo común se estaba gestando, y como dije no estamos acostumbrados a acciones de ese tipo. Pero siempre hubo la opción de no estar.

Fue “opcional” para casi todos; pero para hacer honor a la verdad algunos no pudieron llegar debido a intervenciones policiales, contrarios al reconocimiento tácito, pero siempre bajo sospecha,  del espíritu de la peregrinación por las autoridades. Su detención y ausencia de la caminata se convirtió en tema hit por la blogosfera “liberal”. No fue simétrica esa cobertura.

Al mismo tiempo, la peregrinación tuvo lugar, independientemente de la ausencia de personas que algunos (¿de “derecha”? ¿de “izquierda”?) quisieran presentar como “cabecillas”. Ello demuestra el poco rol de la “movilización” o la “manipulación” -tan presentes en el imaginario normado al que estamos acostumbrados- en la decisión de la gente de participar en la acción. Estábamos para protagonizar un hecho singular, no para seguir a un manojo de “líderes”.

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