Intentando trabajar por cuenta propia

Yusimí Rodriguez

Vendedor. Foto: Ihosvanny

HAVANA TIMES, 19 dic. — ¿Recuerdan a Pepe, de mi artículo “Pasar trabajo para trabajar”?  Su vida ha cambiado.  En aquel momento era trabajador de la gastronomía estatal, ahora trabaja como parqueador, también para el Estado.   Pero cuando supo que en el país se darían nuevas licencias para trabajo por cuenta propia le brillaron los ojos.

Lo primero que hizo fue buscar toda la información disponible para decidir qué trabajo por cuenta propia iba a realizar.  Tenía que decidirse entre la venta de comestibles, la venta de animales para asuntos religiosos o la venta de productos agrícolas.

Después de lo publicado en la Gaceta Oficial y el Periódico Granma, y analizar los pro y los contra de cada uno, decidió mandar a hacer un dos carritos para vender granizado y fiambres en la calle.  Las publicaciones aseguraban que los bancos darían créditos a los cuenta propistas para iniciar sus negocios.

Solamente la fabricación de los dos carritos, sin hablar del aceite para freír los fiambres que vaya a vender (aún no sabe si frituras o croquetas) y los productos para elaborar la masa, requiere una inversión considerable.

Lo que más preocupaba a Pepe era cómo pagaría el préstamo del banco si el negocio no funcionaba, y si además tendría que pagar un interés.  Pero como dice el dicho, el que no se arriesga ni gana ni pierde.  Así es que Pepe se dirigió al banco.  Ahí acabaron sus preocupaciones porque los bancos aún no han empezado a dar los créditos.  La trabajadora que lo atendió le dijo que aún se está estudiando la forma en que se llevarán a cabo los préstamos y a qué personas se les pueden conceder.

Cómo Pepe no sabe qué tiempo puedan demorar esos estudios, decidió hacer guardias extras en el trabajo para ganar el dinero que necesita.   Su horario de trabajo normal es un día de siete de la mañana a siete de la noche, al día siguiente desde las siete de la noche hasta las siete de la mañana.  Al salir de la guardia nocturna descansa dos días y luego vuelve a trabajar desde las siete de la mañana.

De noche el trabajo puede ser peligroso porque está solo en el parqueo cuidando los carros que son responsabilidad suya.  Lo más grave no es que se roben un vehículo o una pieza y él tenga que pagarlo; si no que los ladrones lo agredan, y casi siempre el que va a robar está dispuesto a todo.

Pero Pepe necesita el dinero, así es que está haciendo todas las guardias extras que puede.  Su suerte es la compañía de una perra que ladra al menor ruido.  A veces pasa 24 horas seguidas sin bañarse ni dormir; su esposa tiene que llevarle el almuerzo y la comida al parqueo.

Estas últimas madrugadas la temperatura ha bajado a diez y doce grados en los lugares dónde menos se ha sentido el frío; en otros se han implantado records de temperaturas bajas para este mes.  Pepe ha hecho guardia esas noches muriéndose de frío y de miedo; ha tenido que usar cuatro abrigos y dos pantalones.  Eran tres en realidad, pero uno lo rompió para envolver a la perra que se estaba congelando.

Su día de descanso lo empleó en ir al Departamento de Higiene y Salud.  Allí tiene que informar sobre los productos que va a vender y recibir el visto bueno.   Llegó a las ocho de la mañana y estuvo esperando hasta las doce del día.  A esa hora, la secretaria del lugar dijo que la persona con la que debía ventilar ese asunto no llegaba hasta la una de la tarde.

La mujer estuvo viéndolos a él y a otras personas esperar toda la mañana, pero solo a las doce les informó a qué hora serían atendidos.  Pepe se armó de paciencia y fue a su casa a comer algo para regresar a la una.

Cuando estuvo frente a la persona encargada de darle el visto bueno, supo que no podrá vender granizados porque se han detectado casos del Cólera en el país.  Por el momento solo podrá vender fiambres.

De todas formas, conserva el optimismo y piensa que con un poco de suerte, otras semanas de guardias extras y un poco de paciencia con la burocracia, podrá arrancar su negocito dentro de un mes.   Ojalá tenga suerte.